miércoles, 17 de febrero de 2010

Like an ugly frog.

Saludos cordiales desde el crujido de un escritorio antiguo.

Se mire por donde se mire, lo cierto es que clasificar en distintas tipologías la ciencia del sentimmiento y del cariño está totalmente justificado. Nuestra fabulosa tendencia nos impulsa a categorizar las cosas: buenas o malas, bonitas o feas, fondos de armario y Haute couture...¿Tanto para qué?

Buscamos, tal vez, la forma de evitar la eterna duda, encasillando nuestro entorno y fichando sólo aquello que entra en nuestro particular catálogo de posibilidades, nuestra lista de puntualidades y detalles que acercan el entorno a la particular perfección.

Los requisitos indispensables: buena presencia (cumplir con el canon de belleza establecido hoy en día), llamativo (que no estrafalario), divertido (que no escandaloso), descarado (que no sin vergüenza), sencillo (que no austero), sin tapujos (pero guardando todavía aquellos singulares pudores incomprensibles)...

Y, ¿qué es esto, amables desconocidos, si no mediocridad y verdades a medias?

Yo busco la verdad sin ocultismos, hablar con la sinceridad más sencilla y más certera sin esconderse tras algún símil de inquietud estúpida.

Y si tú, querido, buscas lo mismo, háblame de tu realidad, háblame de lo que ni me imagino, cuéntame el porqué...

Tal vez soy una rara, pero las ranas también pueden ser princesas.


P.D: ¿Alguien tiene a mano un sacacorchos?

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